EL GOLPE POR DENTRO
Apuntes para una investigación
Eduardo Labarca Goddard
Araucaria de Chile. Nє 1, 1978.
Una clase oprimida que no aspirase a aprender el manejo
de las armas, a tener armas, esa clase oprimida sólo
merecería que se la tratara como a los esclavos.
Lenin
Un recorrido con fines periodísticos por diversas ciudades de Inglaterra y Escocia en que viven desperdigados militares chilenos que fueran detenidos, flagelados, condenados por consejos de guerra y lanzados a la "cárcel del exilio" me ha llevado a una conclusión fundamental: Ўcuan poco conocíamos acerca de las fuerzas armadas de nuestro país y de lo que en ellas estaba aconteciendo en los días, meses y años previos al golpe militar!
Las entrevistas realizadas a dos oficiales y dieciocho suboficiales de la fuerza aérea y a un suboficial y un marinero de la armada, aunque sólo dan una visión parcial del clima que se vivía en determinadas unidades de dos ramas de las fuerzas armadas, abren, con todo, una ventana a vías de investigación que es a mi juicio nuestro deber recorrer hasta el final.
Dentro de las fuerzas armadas los preparativos del golpe habían comenzado el día mismo de la victoria electoral de Allende el 4 de septiembre de 1970, y aún antes. Esos preparativos se desarrollaban en parte a niveles secretos, pero otra buena parte de ellos tenia lugar dentro de las unidades militares a la vista de todos.
читать дальшеLas entrevistas realizadas demuestran que en el interior de la fuerza aérea y de la armada en los meses anteriores al golpe la conspiración llegó a adquirir carácter abierto e institucional, con momentos de avance y de retroceso, hasta el instante en que los golpistas de las cuatro ramas, coordinados entre si y con las fuerzas políticas y económicas que desde dentro y fuera del país les daban sustentación, consiguieron imponer el desenlace.
Hay subjetivismo y puede haber errores involuntarios en los detalles expuestos por los entrevistados. Toda la información se basa sólo en la memoria. Pero su valor insustituible es el del testimonio.
* * *
Chile ha elegido un presidente de izquierda, el médico y senador socialista Salvador Allende y aunque se habla de una revolución en el país, la vida en las unidades militares pareciera ser la misma de ayer.
Pero en la fuerza aérea los suboficiales comienzan a notar con cierta sorpresa y no sin algún agrado, que determinados oficiales se acercan a ellos en actitud desusadamente amistosa. A medida que avanzan los meses, del trato cordial esos oficiales pasan a la expresión "en confianza" de puntos de vista acerca de la situación nacional: el desabastecimiento, las colas, el caos. Se escuchan las primeras expresiones cargadas de odio de clase contra los "upelientos". Se habla de la incompatibilidad de las fuerzas armadas con el marxismo. Se lanzan las primeras sondas sobre la actitud que debieran adoptar esas fuerzas armadas.
En las Escuelas de Especialidades de la armada de Las Salinas, en Viña del Mar, la superioridad comienza también a demostrar nuevas preocupaciones por el personal de tropa. A través de los oficiales encargados de curso por primera vez se realizan tests entre los marineros. Cada cual debe anotar su nombre y número de serie en la hoja y responder preguntas sobre los problemas que encuentra en el servicio, acerca del régimen de la escuela y en cuanto a la situación general del país. Les dicen que el interés en conocer sus opiniones se debe al propósito de tomarlas en cuenta para introducir mejoras, pero las mejoras no llegan. Y quienes expresan criticas con franqueza en sus respuestas, serán detenidos o dados de baja en los días del golpe, pues sólo se trata de mecanismos puestos en práctica por los servicios de inteligencia para pulsear el estado de ánimo y las opiniones políticas de los marinos y preparar la represión dentro de la armada.
A medida que avanzan los meses, ya en 1972 y especialmente desde comienzos de 1973, en las diversas unidades han llegado a ser conocidos por la sub-oficialidad y la tropa, determinados oficiales que se destacan como los más abiertos y groseros opositores al gobierno constitucional. A su vez, esos oficiales y otros que hallándose detrás de ellos actúan con mayor astucia y recato, han conseguido identificar a los suboficiales con los cuales podrán contar como incondicionales para el instante del alzamiento. Estos últimos son en general suboficiales serviles y desclasados, de actitud cercana al lumpen, caracterizados en muchos de los casos por su baja calificación profesional. De ellos saldrán los torturadores eficientes, los que matarán sin remordimiento o por placer a partir del 11 de septiembre.
Pero los halagos van también acompañados de amenazas. En la Escuela de Aviación -donde prestan servicio buena parte de los miembros de la fuerza aérea que serán después desterrados a Gran Bretaña- meses antes del golpe, el entonces director de la Escuela y tiempo después miembro de la Junta Gustavo Leigh Guzmán, ordena un día formar al personal. En violentísima arenga se refiere a ciertos movimientos reivindicativos que a impulsos de sectores contradictorios han adquirido la forma de paros de brazos caídos en la institución. Amenazadoramente Leigh da lectura a párrafos del Código de Justicia Militar y a gritos acusa de lo sucedido a un movimiento de izquierda organizado dentro de la FACH, anunciando que no vacilará en echar a todos los que se hallen comprometidos aunque tenga que meter presos a los cuatro mil miembros de la fuerza aérea y quedarse solo para organizaría de nuevo.
Con largo tiempo de anticipación los mandos golpistas van orientando el entrenamiento del personal de preferencia hacia la acción represiva en la perspectiva de lucha contra el "enemigo interno". Los miembros de la compañía antidisturbios creada en la Escuela de Aviación durante el gobierno de Frei reciben de su comandante, el capitán Dubblé, adiestrado en Panamá y futuro torturador, el entrenamiento y las pautas de acción contra los "extremistas": primero lanzar bombas lacrimógenas, segundo un solo disparo al aire, tercero disparar al cuerpo. "ЎY conmigo no se vengan a tirar a choros, porque soy terrible y en Panamá maté muchos cholos!". Su sucesor, el comandante Manuel Barahona, no le irá en zaga al predicar "la máxima represión para terminar con el gobierno marxista y que no se repita".
En la base aérea de Quintero, ala 2 de la fuerza aérea, el personal es preparado física y sicológicamente para masacrar. Para ello se ordena una violenta educación física, especialmente en defensa personal y se realizan simulacros de asaltos a viviendas e industrias, para lo cual el personal suele ser llevado a entrenamiento a la Escuela de Infantería de Marina de Las Salinas. Los miembros de la unidad que caen "prisioneros" en los ejercicios son torturados de verdad. En simulacros en plena plaza de armas de Quintero, a las 11 ó 12 del día, personal armado de fusiles Garand dispara con bala de guerra, llegándose a un clima tal que un sargento al cual dentro de la Escuadrilla Electrónica otro intenta arrebatar su arma durante un entrenamiento, responde matándolo de un disparo.
Los capitanes Mella y Palacios y otros oficiales con la ayuda del cabo San Martín y suboficiales serviles dirigen las agresiones contra los trabajadores de las plantas locales de Enap y Enami, trabajadores que son presentados como el enemigo cercano a la base de Quintero. Con los hombres a su mando se sitúan en el puente, detienen camiones y buses que trasladan a personal de Enami o Enap, registran a los trabajadores arrebatándoles todas las "armas", incluidas las peinetas, los patean a orillas del camino, los desnudan para torturarlos en el bosque cercano.
Por esos mismos días, a partir de enero de 1973, los marineros de las Escuelas de Especialidades de la Armada son llevados también a entrenamientos sin precedentes a la Escuela de la Infantería de Marina. Entre construcciones que asemejan edificios y casas son adiestrados para el combate en calles y poblaciones, complementándose tal instrucción con prácticas de tiro sobre blancos de figuras humanas.
Con el alzamiento del Regimiento Blindados Nє 2 que ataca con tanques el Palacio de La Moneda, se inaugura la fase final del desenfreno golpista en las fuerzas armadas. El entonces vicealmirante José Toribio Merino, futuro miembro de la Junta, arenga en Las Salinas ese día a los alumnos de las Escuelas de Especialidades de la armada. Los alumnos desconocen qué está sucediendo realmente porque a primera hora han sido obligados a entregar sus receptores de radio. En su arenga Merino les dice que grupos del Partido Comunista y del MIR dispónense a asaltar bancos y negocios, por lo que deben estar listos para salir sin vacilar a combatir contra esos enemigos, traidores a la patria.
Profundo miedo se apodera de las filas golpistas tras el fracaso del tancazo pero la falta de reacción del Gobierno determina que la duración del miedo sea breve, reemplazándolo una actitud de insubordinación descarada. Un capitán de la FACH experto en explosivos encarga a un cabo dibujante diseñar una insignia con la figura de un pene y dos alas abiertas y proclama: "Esa es la insignia que deberíamos llevar por no haber apoyado el tancazo".
El director de la Escuela de Aviación, coronel López Ángulo, arenga al personal formado en la losa sobre la necesidad de terminar con el "caos" y la "ilegalidad". El capitán Juan Carlos Sandoval, ex suboficial y futuro torturador, todos los días después de pasar lista a las ocho de la mañana al personal del hangar blanco abandona ostensiblemente el servicio para irse a sus actividades conspirativas. En el casino de oficiales de la Escuela de Aviación se reúne con dirigentes y enlaces de Patria y Libertad que ingresan en automóvil a la propia unidad. En muros de baños, casinos y otros lugares de las unidades de la FACH aparecen inscripciones soeces contra al presidente Allende y la araña fatídica de Patria y Libertad.
A esa altura el capitán Daniel Doren Gattas envía a sus hijos a Estados Unidos y se jacta de que así podrá dedicarse a luchar sin trabas contra los marxistas. Por las noches tienen lugar simulacros de emergencia. A cualquier hora recogen al personal y lo envían a destinos imprevistos. En el Grupo 7 de Los Cerrillos se preparan ya los planes a cumplir por los cazabombarderos Hawker Hunter en el día del golpe, disponiéndose que emprenderán vuelo desde Linares, La Serena y otras bases situadas lejos de concentraciones proletarias e integradas por personal ciento por ciento "confiable".
Un ingeniero civil comienza a trabajar en los talleres de la Escuela de Aviación confeccionando unos dispositivos nuevos de metal y llega a saberse que es hijo del general Stuardo. El 11 de septiembre podrán instalarse ametralladoras a los camiones de la FACH para los allanamientos y operativos represivos, gracias a la previsión de quien encomendó al ingeniero hijo de general construir los soportes para dicho armamento.
Como de costumbre el último curso de la Escuela de Aviación ha viajado al norte para eludir las adversidades climáticas del invierno santiaguino y tener allá, a partir de la Base de Cerro Moreno en Antofagasta, sus prácticas de vuelo. Pero en 1973 dicha habitual práctica invernal se prolonga varios meses más que lo habitual y adquiere caracteres singulares. Llega un día un avión trayendo armamento y equipo electrónico relacionado con él. A cinco o seis aviones de entrenamiento no diseñados para ello, se les instala el equipo en tiempo récord y se inicia un intenso curso de tiro desde el aire con rockets y ametralladoras en el polígono de Cerro Moreno. A los viejos Vampire ingleses que habían sido dejados sólo para entrenamiento, apresuradamente les instalan porta-cohetes y porta-ametralladoras, trabajando en dicha instalación únicamente oficiales y alumnos y un solo suboficial de confianza. Llegan aviones en vuelos vespertinos y nocturnos que van dejando cohetes, armas y proyectiles en las bases de la fuerza aérea de Iquique, Antofagasta y otros lugares del norte. Desde Antofagasta se envían a Santiago unos containers de fibra de vidrio especiales para ser arrojados desde el aire con napalm...
A la base de Cerro Moreno suelen llegar en esos días oficiales de alta graduación del Ejército, de la Marina y de Carabineros, sosteniendo largas conversaciones con los oficiales golpistas de la fuerza aérea, conversaciones que a menudo toman la forma de largos paseos por la losa o entre los aviones lejos de oídos indiscretos. Los oficiales golpistas sondean y presionan a los suboficiales extremando con ellos la "camaradería". El comandante Doren deja caer la pregunta: "їQué les parecería mi general César Ruiz Danyau como presidente de la República?"
Y un día en Santiago el comandante Ottone cansado de tantas indecisiones se sube a un viejo B-26 refaccionado y cargado con bombas, pone en marcha el motor y dirige el avión al cabezal de despegue sin autorización ni aviso alguno. Desde la torre de control le ordenan detenerse pero él ha desconectado la radio. La torre alcanza a enviar un carro bomba que se atraviesa en la pista e impide al intrépido Ottone cumplir su vehemente sueño de volar a descargar su cargamento de bombas sobre La Moneda.
El 26 de julio de 1973 por el día, dueños de camiones estacionan sus vehículos en puntos estratégicos del país, dando origen a inmensos campamentos y por la noche un grupo comando dirigido por un agente del Servicio de Inteligencia Naval, por orden de José Toribio Merino, da muerte al capitán de navío Arturo Araya, edecán del presidente Allende. Se habla de que el Gobierno enviará las fuerzas armadas a desalojar a los camioneros en huelga pero todas las noches hay fiesta en medio del campamento de camiones de Reñaca Alto y en ella participan alegremente oficiales golpistas de la armada que se disputan las guardias allí. No es para menos ya que mientras el país atraviesa días de escasez, esos oficiales -por ejemplo los tenientes Gibbons y Nelson Gepp- regresan por la mañana de tales guardias cargados de paquetes de carne, productos de almacén y otros regalos. En el campamento se vive en el mundo de la abundancia, pues son numerosos los camiones frigoríficos y los que tienen sus cargamentos completos de azúcar, aceite, harina, fideos, vino, licores... Entretanto, aburrido de permanecer en su escondite de la Escuela de Infantería de Marina, suele salir de él en compañía del teniente Fernández para visitar amistosamente a los camioneros huelguistas de Reñaca Alto el integrante del Servicio de Inteligencia Naval Guillermo Clavería, autor con un rifle Bataán calibre 22 de los disparos que habían dado muerte al capitán de navío Arturo Araya.
La adhesión de la fuerza aérea a la constitucionalidad vive su último estertor el 20 de agosto de 1973 luego que el presidente Allende ha pedido la renuncia al comandante en jefe César Ruiz Danyau exigiendo al general Gustavo Leigh asumir en su reemplazo. Mientras el presidente Allende viaja en helicóptero militar a Chillán Viejo a la conmemoración del natalicio de Bernardo 0'Higgins, en las unidades de la fuerza aérea cunde la insurrección. Sólo a las siete de la tarde de ese día César Ruiz entrega finalmente el mando a su sucesor. їQué había pasado en las horas precedentes?
El oficial a cargo de la compañía de la FACH que cuidaba la planta Gaseo de Maipú había reunido al personal, pidiendo a la suboficialidad solidaridad en torno a la persona del destituido comandante en jefe, pues la fuerza aérea, según él, debía permanecer unida en torno al general Ruiz Danyau. El comandante Alvarado formulaba en una guardia de la Escuela de Aviación el mismo planteamiento añadiendo que si Ruiz Danyau no había renunciado no tenia el presidente Allende derecho a sacarlo de la comandancia en jefe. En el grupo 7 un comandante hacía formar la unidad preguntando derechamente quiénes estaban con el general César Ruiz y quiénes no. El personal se hallaba desarmado frente a un superior y era difícil un pronunciamiento auténtico en esas circunstancias. Pero al menos un suboficial, interpretando a muchos, había dado un paso al frente y dicho que siendo el presidente Allende el presidente constitucional de Chile estaba en su derecho al pedir su renuncia al comandante en jefe. Después del golpe ese suboficial seria torturado y dado de baja de la institución.
Ese día 20 de agosto el jefe de la base de Quintero, coronel Vásquez, ante el personal formado en el Patio de Alarma de la unidad, proclamaba a las dos de la tarde que la fuerza aérea pasaba a ser una fuerza rebelde y recibía a dos compañías de la Marina, pertenecientes a la Escuela de Armamentos enviadas a colaborar en la defensa de la base. Al poco rato aterrizaba en ella un avión Hércules C-130 que llegaba directamente de Estados Unidos con un cargamento de armas y se hacían presentes vehículos del Ejército y de la Armada, procediendo a retirarlas con destino desconocido.
En Santiago el personal se encontraba formado en la losa de la Escuela de Aviación cuando había aterrizado un A-99 proveniente de Quintero, del que había descendido el capitán Saavedra para comunicar eufórico que "tenemos el apoyo total de la Marina".
A las cinco de la tarde se había iniciado en el teatro El Bosque la reunión de los oficiales con asistencia del general César Ruiz Danyau, en la que llevarían la voz cantante por los golpistas el coronel López Ángulo y el comandante Ottone, llamado este último a convertirse un día en uno de los principales torturadores y asesinos en la Escuela de Especialidades en la que habría de tener lugar una de las peores carnicerías de presos políticos. En la asamblea del teatro El Bosque los conspiradores más realistas habían planteado la conveniencia de deponer por ahora la actitud de rebeldía ya que el Ejército, se había demostrado, no apoyaba el movimiento y al mando del general Carlos Prats González seguía respaldando al presidente Allende. Oficiales constitucionalistas que serian detenidos con posterioridad al golpe habían asistido también a la asamblea del teatro El Bosque, constituyendo en ella notoria minoría. Cuando César Ruiz Danyau había reconocido ante los oficiales reunidos la necesidad, impuesta por las circunstancias, de acatar la decisión presidencial, ya había impartido a las diversas unidades la orden de que si venia el Ejército no debería oponerse resistencia y "dejar que nos invadan la base". Y el coronel López Ángulo al escucharlo había exclamado casi llorando: "Mi general, їqué hacemos si usted se va?", a lo que Ruiz Danyau le había contestado que "yo me voy, pero alguien continuará en mi puesto". Y ese alguien, el general Gustavo Leigh Guzmán, había asumido finalmente la comandancia en jefe de la Fuerza Aérea, habiéndole entregado Ruiz Danyau el mando después de aquella asamblea en el teatro El Bosque.
Los allanamientos por la ley de control de armas se convierten en el medio a través del cual los golpistas miden las reacciones de los oficiales, la sub-oficialidad y la tropa en el cumplimiento de órdenes que implican agredir brutalmente a trabajadores y miden también las reacciones de los agredidos. El comandante Fitzroyer de la fuerza aérea alcanza la fama cuando con aires de cowboy concurre a les allanamientos con su fusil de mira telescópica, el mismo que más tarde usará para asesinar a pobladores de La Legua y con el que dará muerte a un conscripto de guardia en una torre de alta tensión al confundirlo con un extremista.
La coordinación general de la conspiración se torna más eficiente y el 22 de agosto mientras la Cámara de Diputados se halla reunida discutiendo el acuerdo sedicioso que llamará a los ministros militares y de carabineros a desobedecer al presidente de la República, hay reunión también en la base de Cerro Moreno en Antofagasta donde los pilotos en tenida de vuelo esperan nerviosos en el casino una orden en clave que ha de llegar bajo la forma de un aviso comercial a través del canal local de televisión, para subir a sus aviones y volar a Santiago. En la pista los aviones tienen carga completa de combustible y armamento.
El general Carlos Prats González cercado por los conspiradores presenta su renuncia a la comandancia en jefe del Ejército y el presidente Allende nombra en su reemplazo al conspirador máximo Augusto Pinochet.
El 4 de septiembre la Unidad Popular conmemora su victoria con una manifestación y desfile de proporciones inmensas frente a La Moneda. "Nosotros también vamos a celebrar el triunfo de la Unidad Popular" dicen entre risas a esa misma hora los oficiales de la FACH que salen a la cabeza de sus hombres desde la Escuela de Aviación hacia las empresas nacionalizadas Madeco y Mademsa para un nuevo allanamiento de control de armas en el que una vez más descargarán violencia y sadismo contra trabajadores desarmados.
El 11 de septiembre muy temprano sobre los techos de la Escuela de Aviación se encuentran ya apostados los cadetes con armas. Sin saber exactamente lo que sucede los suboficiales trabajan febrilmente por orden superior en cargar aviones con bombas y rockets, cuando uno de ellos se entera de que están prestando servicio a una Junta Militar al escuchar a través del dispositivo radial de un casco de piloto la cadena de las emisoras golpistas y también las últimas palabras del presidente Allende. Comienzan a llegar a la Escuela de Aviación camiones cuyos propietarios ya no necesitan seguir en huelga y resulta sorprendente ver que algunos de ellos llevan instalado armamento pesado y que sus pasajeros civiles portan armas militares.
A partir de ese día a las unidades de la FACH comienzan a llegar "prisioneros de guerra" con la misma frecuencia que vehículos y otros bienes saqueados a los simpatizantes del régimen depuesto. Rápidamente se habilitan sitios de tortura y en sus ratos de descanso en la población de la FACH de la Villa Olímpica los capitanes Dubblé, Hormazábal, Alvarado, Fuschiocher -éste último orgulloso de "trabajar" en el Ministerio de Defensa- se jactan con risas de pervertidos de los sufrimientos de los hombres y mujeres flagelados por sus manos en las últimas horas. El comandante Edgardo Ceballos ya no presta servicio en el hangar blanco de los aviones T-34. Graduado en Inglaterra como experto en energía nuclear ahora trabaja también como torturador. Y mientras tanto los tenientes Gómez y Rey Cortés del Grupo 7, expertos en allanamientos, pueden escuchar buena música con los equipos estereofónicos capturados en sus incursiones a las casas de los marxistas.
En la escuela de especialidades y otras unidades ya a esa fecha por orden superior se confeccionan apresuradamente en cuadernos de colegio listas manuscritas con direcciones y nombres de oficiales y suboficiales, de sus esposas e hijos, con datos copiados de los propios archivos de las oficinas del personal. "Vea, aquí está la prueba de que su marido, usted y sus hijos figuraban en las listas del Plan Zeta, porque los de la Unidad Popular iban a matarnos a todos", irán diciéndoles casa por casa a las mujeres de los militares.
Cuando alguien avisa que los pobladores han hecho subir a sus mujeres e hijos a los techos de las casas creyendo que así nadie se atreverá a bombardear las poblaciones, la orden es que se preparen los aviones y que carguen las bombas grandes de 250 libras.
En vísperas del 18 de septiembre llegan a la base de El Bosque trescientos prisioneros, entre hombres, mujeres y niños traídos de la población La Legua y el comandante Ottone se pasea orgulloso mientras otros niños de no más de 16 años, alumnos de la Escuela de Especialidades, a culatazos fracturan rostros, costillas, piernas y brazos. Al cabo de nueve horas en que los pobladores padecen el infierno casi sin quejidos, los arrojan en los vehículos de transporte de la FACH y en los camiones frigoríficos del convoy que debe llevarlos al Estadio Nacional al mando del capitán Jorge Pantoja García. Por el camino el subteniente Heindrich, civil de Patria y Libertad que recibiera el uniforme el 11 de septiembre, insiste en tratar de desviar la caravana hacia la carretera Panamericana para deshacerse de parte de la carga, pero llegan finalmente al Estadio donde surgen las ásperas discusiones con el coronel Jorge Espinoza quien insiste en que "tengo el Estadio completo y ustedes saben que la orden es eliminar a los prisioneros en las unidades". Finalmente Espinoza -"qué le vamos a hacer"- acepta recibirlos y en el momento de la descarga el subteniente Heindrich aprovecha para asesinar a dos de los prisioneros, cuyos cuerpos sangrantes van a caer sobre las cabezas de sus compañeros para ser amontonados finalmente con otros diez o quince cadáveres en una puerta de acceso a la cancha de fútbol, sumándoseles también el cuerpo de un trabajador de Vicuña Mackena ultimado a corta distancia casi al mismo tiempo. Y junto con acceder a recibirles el cargamento de prisioneros los jefes del Estadio reclaman reciprocidad a los oficiales de la FACH con el argumento que "de aquí nadie se va vacío" y en la parte de atrás de una de las camionetas les arrojan dos cadáveres, los cuales finalmente quedarán abandonados bajo el puente Carlos Dittbom para ser imputados a la vaga y vasta categoría de "muertos en enfrentamiento".
* * *
Resulta hoy difícil determinar en qué medida antes del golpe habían calado en las fuerzas armadas las ideas democráticas y revolucionarias.
Numerosos suboficiales de la Fuerza Aérea habían comenzado a asistir a cursos vespertinos y nocturnos de la Universidad Técnica del Estado, especiales para trabajadores, gracias al convenio de la Central Única de Trabajadores con esa universidad. El convenio CUT-UTE les daba la posibilidad de alcanzar una calificación y un titulo más allá de lo que ofrecía la FACH, pero además les abría el contacto con el mundo exterior, con trabajadores, con profesores, con estudiantes.
La asistencia a la Universidad se convirtió en hecho habitual para los suboficiales de la Fuerza Aérea llegando a obtener los uniformados-alumnos movilización especial y facilidades de servicio. El impacto fue poderoso y se convirtió en uno de los canales importantes a través de los cuales el proceso revolucionario que se desarrollaba fuera de los cuarteles penetró al interior de la FACH.
Los entrevistados de la Armada aseguran que entre la suboficialidad y la marinería el movimiento popular tenia importante influencia y que "la mayoría éramos de izquierda". Es curioso que hayan jugado un papel significativo en la toma de conciencia de numerosos de ellos, los contactos con los marinos de guerra suecos sindicalizados durante el entrenamiento en Suecia del personal chileno que habría de tripular el nuevo buque "Almirante Latorre" adquirido en ese país.
Por otra parte el fatalismo de quienes sostienen que la participación de uniformados chilenos en escuelas del Pentágono genera amarras y dependencias indestructibles se encuentra en parte desmentido por el hecho de que uno de los oficiales entrevistados fue alumno destacado de tres cursos en Panamá y cuatro de los suboficiales desterrados en Gran Bretaña también estudiaron en las escuelas de la zona norteamericana del Canal. Es interesante anotar que la compañía antidisturbios constituida según modelo yanki con personal de la Escuela de Aviación resultó finalmente poco segura para los golpistas.
Más de veinte oficiales y más de un centenar de suboficiales fueron detenidos y sometidos a torturas en la FACH después del golpe. Si tenemos en cuenta que se trata de quienes aparecían como más "peligrosos" para los conspiradores triunfantes, resulta claro que siendo minoritaria, la influencia de la izquierda dentro de la oficialidad y suboficialidad de la fuerza aérea no resultaba despreciable. La falta de un trabajo sistemático del movimiento popular en las fuerzas armadas, al nivel y con la calidad que la situación requería, así como las deficiencias y debilidades de conducción de nuestra revolución, limitaron las posibilidades de que los militares antigolpistas, como parte del conjunto de las fuerzas de avanzada de la sociedad y en unión y coordinación con ellas entregaran, al nivel requerido, su aporte decisivo e indispensable al avance victorioso de la revolución chilena. He allí uno de nuestros puntos flacos de incidencia no despreciable en la derrota.
El mérito histórico de esos militares está en que en diversos momentos trataron por sus medios de ponerle camisa de fuerza a los conspiradores. Incluso hubo quienes se atrevieron a murmurar en la fila frente a los golpistas, llegando a exclamar entre dientes "Ўcállate, cabeza de zoquete!", Ў"cállate, peluca de toni!", cuando Leigh lanzaba sus arengas.
їQué vitalidad actual o potencial conserva aún bajo el fascismo la semilla sembrada en las fuerzas armadas por el general Carlos Prats y por todos los militares democráticos y revolucionarios?
De que la dignidad no murió para siempre en las fuerzas armadas chilenas el 11 de septiembre dan fe las palabras pronunciadas ese día al aterrizar en el Grupo 7 por uno de los pilotos que acababan de bombardear La Moneda. Mientras sus compañeros en la acción vergonzosa indicaban eufóricos "Ўmiren el humo, miren como está ardiendo!", ese piloto descendió del Hawker Hunter y se dirigió a paso lento hacia un grupo de suboficiales que junto a la pista guardaban dolorido silencio y con pesar les dijo:
-Lo siento... No fue mi culpa... no fue mi culpa... Perdonen...
EL GOLPE POR DENTRO
Apuntes para una investigación
Eduardo Labarca Goddard
Araucaria de Chile. Nє 1, 1978.
Una clase oprimida que no aspirase a aprender el manejo
de las armas, a tener armas, esa clase oprimida sólo
merecería que se la tratara como a los esclavos.
Lenin
Un recorrido con fines periodísticos por diversas ciudades de Inglaterra y Escocia en que viven desperdigados militares chilenos que fueran detenidos, flagelados, condenados por consejos de guerra y lanzados a la "cárcel del exilio" me ha llevado a una conclusión fundamental: Ўcuan poco conocíamos acerca de las fuerzas armadas de nuestro país y de lo que en ellas estaba aconteciendo en los días, meses y años previos al golpe militar!
Las entrevistas realizadas a dos oficiales y dieciocho suboficiales de la fuerza aérea y a un suboficial y un marinero de la armada, aunque sólo dan una visión parcial del clima que se vivía en determinadas unidades de dos ramas de las fuerzas armadas, abren, con todo, una ventana a vías de investigación que es a mi juicio nuestro deber recorrer hasta el final.
Dentro de las fuerzas armadas los preparativos del golpe habían comenzado el día mismo de la victoria electoral de Allende el 4 de septiembre de 1970, y aún antes. Esos preparativos se desarrollaban en parte a niveles secretos, pero otra buena parte de ellos tenia lugar dentro de las unidades militares a la vista de todos.
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Apuntes para una investigación
Eduardo Labarca Goddard
Araucaria de Chile. Nє 1, 1978.
Una clase oprimida que no aspirase a aprender el manejo
de las armas, a tener armas, esa clase oprimida sólo
merecería que se la tratara como a los esclavos.
Lenin
Un recorrido con fines periodísticos por diversas ciudades de Inglaterra y Escocia en que viven desperdigados militares chilenos que fueran detenidos, flagelados, condenados por consejos de guerra y lanzados a la "cárcel del exilio" me ha llevado a una conclusión fundamental: Ўcuan poco conocíamos acerca de las fuerzas armadas de nuestro país y de lo que en ellas estaba aconteciendo en los días, meses y años previos al golpe militar!
Las entrevistas realizadas a dos oficiales y dieciocho suboficiales de la fuerza aérea y a un suboficial y un marinero de la armada, aunque sólo dan una visión parcial del clima que se vivía en determinadas unidades de dos ramas de las fuerzas armadas, abren, con todo, una ventana a vías de investigación que es a mi juicio nuestro deber recorrer hasta el final.
Dentro de las fuerzas armadas los preparativos del golpe habían comenzado el día mismo de la victoria electoral de Allende el 4 de septiembre de 1970, y aún antes. Esos preparativos se desarrollaban en parte a niveles secretos, pero otra buena parte de ellos tenia lugar dentro de las unidades militares a la vista de todos.
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